Te me arrimas, como a la arena me tomas.
Me arrebatas, me sumerges en tu espuma.
Con la fogosidad destellante de tus olas me enamoras.. 
Tus mareas, susurran lisonjas. Vas y vienes en busca de una entrega,
…un abandono sin reservas…
 
Borras las huellas que dejaron otros mares en la arena.
 
Mis ojos, ciegos, te buscan, nublados por la penumbra
 
Derraman lagrimas sobre tu superficie.
 
Se entretejen…
…se hacen tuyas
Como la lluvia al caer sobre tus aguas,
 
Golpean… palpitan…
 
Y en la borrasca de tus olas
arrojo mi vorágine de sueños.
Ves mi rostro reflejado en el espejo de tus aguas.
 
Me devuelves la mirada y descubres mi tristeza.
 
Ruges como león embravecido.
 
Por la angustia que destella mi alma,
 
embates en vaivenes mis pisadas.
 
Retrocedes para luego volver a levantarte majestuoso
y cubrirme con tu manto efervescente, refrescante.
Me cobijas, besas la desnudez de mi espíritu
Jugueteas como un niño, entre las marejadas,
Cubriendo cada suerco de mi cuerpo.
 
Entre el ir y venir de tus olas,
 
Alivias mi cansancio, liberas el hastío.
 
Tu cuerpo y el mio fundidos en la espuma caribeña
 
En la oscuridad de una noche isleña.
 
©Maria del Carmen Guzmán