Saturado de cañas de azúcar y brisas de mar mi pueblo se tiende sobre la inmovilidad del llano. Las montañas lo miran mañana y tarde envuelto en velos azules o liliáceos. De noche, la serenidad augusta de la cordillera lo contempla rompiendo sombras con sus lucecitas artificiales que clarean apenas su corazón nocturno.
La vida late en mi pueblo con pulsaciones lentas. Se siente el tiempo transcurrir en las campanadas claras del reloj de la alcaldía.
La plaza, gran rectángulo de cemento perforado con césped, plantas y árboles corpulentos, contempla a todas horas la iglesia, la alcaldía, el teatro, las casas de comercio y viviendas. Las barriadas, cinturón de casas viejas y nuevas, rodean el pueblo con tradición y progreso.
Son sus moradores trabajadores y hospitalarios. En las mañanas laborables las calles florecen de uniformes escolares y hombres y mujeres que se encaminan a sus trabajos. Dan una nota pintoresca al cuadro animado los vendedores de pescado, aves y frutos menores.
Nadie se siente extraño en Salinas. Aquí el corazón forastero gana afectos para toda la vida.
Con entusiasmo señalado, sus habitantes se ocupan de mantener el pueblo limpio, reluciente y despierto al progreso.
Ante algún acontecimiento extraordinario, ya festivo o religioso, el pueblo se desborda por las calles con alegría sincera.
Sus fiestas patronales en honor a la Virgen de la Monserrate tienen fama reconocida. Y ya Salinas, trae a San Juan a probar los sabrosos platos de mariscos que se sirven a la orillita de su mar.
Este es Salinas
Este es mi pueblo
Su nombre sonoro
De grato sonar
Cautiva mi alma
Hoy sensitiva
A su azúcar, sus palmas
Su vida tranquila
Y a lo lejos, sonoro,
Su plácido mar.
©Ana María Losada. La autora nació en Salinas. Residió allí hasta la década del 1940 junto a sus padres en la casa ubicada a la izquierda de la Iglesia Católica de Nuestra Señora de la Monserrate. Este escrito aparece en su libro Por caminos del recuerdo, publicado en 1975 por la Editorial Cordillera. En 1952 presenta su tesis conducente al grado de maestria en estudios hispánicos de la UPR titulada El mar en la poesía de Rafael Alberti.
Hasta donde sé está agotado. Pero revisa Amazon o llama Alberto en la Libraría Mágica a ver si lo consigue.
¿Cómo consigo el libro, Sergio?
Excelente. Al leer las primeras 5 palabras (“Saturado de cañas de azúcar…”) vino a mi mente los recuerdos de niño del tren de la caña. Tren rojo con vagones negros llenos de caña. El sonido de su silbato se me pierde en la memoria.