Al salir de madrugada

me baño con los luceros

de mi patria que amanece

como un gorrión por mis sueños;

la veo verde, marina,

alada de luz, la veo

en rosarios de rocío

con la tibieza de un beso.

Y todo canta la gloria

del coquí sobre el silencio,

hilo de plata en la altura

que tiembla en el riachuelo…

¡Y qué ganas de llorar

se me enreda aquí en el pecho

cuando veo mi bandera

por los caminos del pueblo!

Y me salgo de mí mismo,

de mi espíritu, del cuerpo

y de la voz con que digo

la oración con que me encuentro.

Y la mirada se alumbra

con la estrella de mi cielo,

del azul en la bandera,

de los tres rojos senderos

y el alba de las dos franjas,

que aletean a lo lejos…

Al salir de madrugada

por el cafetal del cerro

voy asomado a la vida con el asombro y el susto

del niño de mis recuerdos

que aprendió entre los albores

de sus amores primeros

que ante el Dios que me dio vida

sólo soy puertorriqueño…!

 

(c) José Manuel Solá / 13 de agosto de 2014