Dada la situación provocada por el presidente de Estados Unidos respecto a la ciudad de Jerusalen, o al-Quds, este escrito del teólogo Samuel Caraballo López contribuye a formar un sano juicio sobre lo que se debe hacer con la administración de esta ciudad para el bien de toda la humanidad.

Por Samuel Caraballo-López

 

“¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, vuestra casa se os deja desierta. Porque os digo que desde ahora en adelante no me veréis más hasta que digáis: “BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEŇOR.” (Mateo 23: 37-39)

 

En los pasados días, el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, reconoció a Jerusalén como la capital del Estado de Israel, y declaró su intención de establecer en ella la Embajada de los Estados Unidos. Esta decisión del Presidente no es un invento suyo, sino que desde el 1995 existía una Ley del Congreso para reconocer a Jerusalén como la capital del Estado de Israel y pedía al gobierno que trasladara su embajada a ella.  Sin embargo, ninguno de los Presidentes anteriores (los Bush, Clinton y Obama) se atrevieron a ponerla en práctica.  La pregunta que esta acción nos provoca es la siguiente: ¿Es esta decisión de Trump correcta a la luz de la realidad histórica de la ciudad de Jerusalén y del Medio Oriente?

Según algunos arqueólogos el origen de Jerusalén se puede rastrear hasta el siglo XXIV a. C, y fue fundada por pueblos semíticos[1].  Sin embargo, podemos situar con mayor exactitud a Jerusalén, cuyo nombre hebreo es Yerushalayim y en árabe es al-Quds, como una ciudad que fue conquistada y desarrollada a principio del siglo XIII a. C., por los jebuseos que eran descendientes de los hijos de Canaán, hijo a su vez de Cam hijo de Noé (Génesis 10: 6, 15-16).  De hecho, el profeta Ezequiel declara que el origen y nacimiento de Jerusalén es cananeo:

“Así dice el Señor Dios a Jerusalén: Por tu origen y nacimiento eres de la tierra del cananeo, tu padre era amorreo y tu madre hitita.” (Ezequiel 16: 3)

La ciudad de Jerusalén se alzaba sobre una pequeña colina de 100 metros de altura, llamada Ofel, en el país de Canaán[2]. Los jebuseos toman la decisión de conquistar dicha ciudad y pasó a llamarse Urushalim, que significa “fundación de Shalim”, porque Shalem era el dios jebuseo del crepúsculo, al cual ellos le habían dedicado un santuario en lo alto de la colina.

Con el paso del tiempo los jebuseos se dieron cuenta de que era necesario proteger su ciudad con un muro de defensa, a fin de hacerla más segura frente a las constantes incursiones de los pueblos vecinos. Y así fue edificada una fuerte muralla alrededor del poblado, la cual se convirtió en la primera fortificación que tuvo Jerusalén en su historia, y la que la transformó en una verdadera ciudad.

Durante la conquista de Josué, la tribu de Judá, aunque parece haber obtenido algunas victorias sobre los jebuseos (Jueces 1: 8), no pudieron expulsarlos de su ciudad (Josué 15: 63), y de igual modo ocurrió con la tribu de Benjamín (Jueces 1:21), lo que presupone el establecimiento de pactos de convivencia entre ellos hasta el momento en que se redacta el texto de Josué y Jueces.   Es de vital importancia para nuestro escrito citar estos textos:

“Los descendientes de Judá no pudieron expulsar de la ciudad de Jerusalén a los jebuseos, así que hasta el día de hoy estos viven allí junto con los descendientes de Judá” (Josué 15: 63 NIV).

“En cambio, los de la tribu de Benjamín no lograron expulsar a los jebuseos, que vivían en Jerusalén. Por eso hasta el día de hoy los jebuseos viven con los benjaminitas en Jerusalén” (Jueces 1:21 NIV).

Según las Sagradas Escrituras Jerusalén, fue conquistada por el Rey David en el siglo XI a. C, y convertida en la capital del Reino de Israel (2 Samuel 5: 6-10), el texto de 1 Crónicas 11: 4-9, parece ser una construcción textual posterior.

Hay varias razones importantes para que David tomara la decisión de conquistar a Jerusalén, aun cuando parece haber existido un acuerdo de paz entre las tribus israelitas y los jebuseos que había durado decenas de años.

David llevaba ya cerca de 7 años (2 Samuel 5: 5) como rey de Israel, cuando posiblemente se percató de un problema interno en el país. La ciudad desde donde él reinaba era Hebrón, y se hallaba en la región sur del territorio, lo que provocaba cierto grado de desconfianza para las tribus asentadas en el norte.  De hecho, la realidad tribal de principios de la monarquía hacia que las tribus del norte no vieran con buenos ojos un monarca procedente del sur, y que a su vez gobernara desde el sur.  La posibilidad de una división estaba latente en Israel. De hecho, este temor se materializa posteriormente durante el reinado de Roboam, hijo de Salomón (1 Reyes 11: 28-40; 12: 8-20). Por lo tanto, era necesario encontrar una capital más al norte, que pudiera ser vista como neutral por todas las tribus israelitas.  El mejor lugar era Jerusalén.

Jerusalén geográficamente tenía unas ventajas, ya reconocida por los jebuseos.  Además, contaba con una fuente de agua aledaña, lo cual resultaba indispensable para la supervivencia en aquella calurosa región. También se hallaba rodeada de profundos valles lo cual le ofrecía una excelente protección en caso de un ataque militar enemigo. David se dio cuenta de que Jerusalén era la ciudad que necesitaba.

Jerusalén

Jerusalén se encontraba estratégicamente ubicada, tenía poderosas murallas, estaba justo a mitad de camino entre el norte y el sur. Y, lo más importante, se trataba de una ciudad perfectamente neutral, ya que nunca había pertenecido a ninguna tribu hebrea. Dada esta realidad, David, tomó la decisión de marchar contra Jerusalén y capturarla.

Si miramos los textos de 2 Samuel 5: 6-9, el ataque, lo realizó David “con sus hombres” (verso 6), es decir, con el pequeño ejército personal que él tenía, y no con el ejército regular formado por las tribus israelitas. De este modo, el triunfo se debería sólo a David, y no a las tribus hebreas, además que no quería comprometer a las tribus a violentar su pacto con los jebuseos.  Esta estrategia que parecía incorrecta militarmente era políticamente correcta.

No hay duda de que el ataque de David a la fortaleza jebusea tomó por sorpresa a los últimos, posiblemente por los pactos de no agresión existentes. Las expresiones enigmáticas que se dan por parte de los jebuseos antes de la batalla pueden dar la clave para entender esta toma de Jerusalén, que se narra en solamente 4 versos, y carente de detalles por parte del hagiógrafo: “No entrarás aquí; aun los ciegos y los cojos te rechazarán” (verso 6).  Según algunos comentaristas lo que realmente estaban haciendo los jebuseos era recurrir a maldiciones y maleficios sobre el Rey David, por haber violentado el pacto antiguo de no agresión entre las partes[3]

En efecto, actualmente los arqueólogos han descubierto que en muchos tratados y pactos antiguos solía recurrirse a la magia, maldiciones y maleficios, como una manera de obligar a cumplirlos y de amenazar a quien los rompiera. Y eso fue lo que, según el texto bíblico, hicieron los jebuseos con David y sus hombres: les recordaron que, en caso de atacar la ciudad, serían como ciegos y cojos, es decir, caerían sobre ellos el hechizo y las maldiciones que ambos habían pronunciado. Por eso el relato aclara: “Lo que querían decir era: No debe entrar David aquí” (verso 6 c).  Sin embargo, David conquista la ciudad de Jerusalén, utilizando las estrategias de dejarlos sin agua, hasta que se vieron obligados a rendirse (vea verso 8)[4].  De inmediato establece su fortaleza en ella y la llama su ciudad, reforzando sus murallas (verso 9).

Luego de este breve recuento histórico de la Jerusalén antigua, analicemos varios aspectos a considerar para la evaluación de la decisión del Presidente Trump:

Primero, no es cierto que Jerusalén haya sido la capital milenaria de Israel, porque sus orígenes son mucho antes de la conquista de la tierra prometida por Josué (Inclusive vea Génesis 14: 18-20)[5].  Segundo, aún cuando las tribus de Judá y Benjamín trataron de conquistarla no lo lograron del todo, y se vieron obligados a convivir con los jebuseos, lo que parece indicar la existencia de pactos entre las partes.   El hecho de que David lo conquistará a inicios de su reinado, y lo parco de la narración de 1 Samuel 5, indica que no fue un evento en que la mano de Yahvé se manifestara como en otras conquistas. De hecho, da la impresión de que la conquista de David sobre Jerusalén, que tenía primariamente intenciones políticas, fue una violación de un pacto de convivencia antiguo.

Cuarto, el actual Estado de Israel como estado desde hace 69 años (1948).  Jerusalén primero fue una ciudad cananea (jebusea) antes de la conquista hebrea, y no fue hasta la monarquía davídica que es tomada y llamada ciudad de David.  Luego esa ciudad fue ocupada sucesivamente por diversos pueblos a lo largo de la historia: jebuseos (cananeos), judíos, romanos, palestinos, musulmanes, cristianos de occidente, turcos, británicos.

Quinto, Jerusalén es reconocida como ciudad sagrada por tres religiones, que tienen sus monumentos conmemorativos en ella: El muro de las Lamentaciones (Judaísmo), la Mezquita de la Roca (Islam), y el Santo Sepulcro (Cristianismo).

¿Cuál es la solución más sabia, frente al reclamo conflictivo que hacen las diferentes religiones sobre Jerusalén?

Jerusalén2

En anteriores artículos he repetido la siguiente propuesta: Dado que Jerusalén es ciudad santa para tres religiones y reclamada como capital política por palestinos e israelitas, la ciudad requiere de un concordato para ser administrada por la comunidad internacional como se acordó en la Resolución 181 del 1947.  Esta ciudad debe ser patrimonio de la humanidad, sin restricciones para los creyentes de dichas religiones en diversas partes del planeta tierra.

Ahora bien, hay una segunda opción que tiene un fundamento bíblico e histórico y es establecer pactos de convivencia entre los reclamantes de la ciudad, que podría convertir la parte occidental de Jerusalén Occidental en capital del Estado de Israel y la parte Oriental en la capital del Estado Palestino.  Me pregunto, ¿si los jebuseos y los israelitas pudieron establecer pactos de convivencia en Jerusalén previos a la conquista de David, porque en la actualidad no se pueden realizar los mismos?  Meditemos.  Muchas bendiciones.

Notas

[1] Esta es la teoría de la arqueóloga Dame Kathleen Mary Kenyon (1906 –1978), que fue una destacada arqueóloga inglesa, especialmente de la cultura del Neolítico en la Creciente fértil y en las excavaciones de Jericó entre 1952 y 1958.

[2] Vea, Álvarez Valdés, Ariel.   ¿Cómo fue la conquista de la ciudad de Jerusalén? Revista Didascalia, No. 531, año LIV, 2000.  Accesada el 20 de diciembre de 2017, en http://www.mercaba.org/FICHAS/Didascalia/0como_fue_conquistada_la_ciudad_d.htm

Samuel Caraballo López

Reproducido del blog Sin Miedo a Pensar