Se dice que cuando una estrella en el espacio se desintegra, los otros astros bajan la intensidad de la energía que generan para permitirle a la estrella apagada que su luz cruce los espacios. Desconozco si eso es verdad o pura especulación, pero si sé, porque lo leí una vez en una revista científica, y digo que lo sé porque siempre lo creí así, que muchas de esas estrellas que de noche vemos hace miles de años que ya no lo son. En otras palabras, la luz, la energía que irradian esos cuerpos siderales los sobrevive por millones de años.

Michael JacksonMichael Jackson fue una estrella por derecho propio que vivió la vida a su manera, como debe uno vivir la vida, y no sujeto al qué dirán de la gente que son todo opinión. ¿Qué yo no comulgué con muchas de sus cosas y que su estilo de vida no era, para mí, atractivo?, eso no le quita brillo a una carrera que brilló tanto y tanto que en muchos millones de años, si es que este planeta dura tanto, aún su recuerdo brillará, con la misma intensidad como cuando hizo ¨Thriller¨.

Es totalmente irrelevante cualquier opinión que puedo yo, o quien quiera, esgrimir sobre su comportamiento detrás del escenario o en la intimidad de su mundo real.  Lo relevante es la manera como él supo, si supo, lidiar con sus demonios, porque, en última instancia, esa lucha que todos libramos con los nuestros no compete a nadie, sino a nosotros mismos.

Michael Jackson, Thank you for the memories.

Farrah FawcettFarrah Fawcett fue la actriz estadounidense, junto a Raquel Welch y Jamie Lee Curtis, con la que más soñé. Era hermosa e inteligente, seductora y con un sex-appeal que enamoraba de solo mirarle a los ojos y recrearse en su sonrisa acariciadora. Tuve uno de sus pósters. Se me adelantó al nacer, yo nací el 28 de febrero y ella el 2 del mismo año, y siempre lamenté no haberla conocido cuando niño porque de haberlo hecho de seguro le hubiese robado un beso. Pero ella fue mi novia, sin ella saberlo, y con eso me conformo.

Una mujer valiente y adorable mujer. Para ti Farrah, una lágrima y un beso.

© Josué Santiago de la Cruz