En 1868 continuaba la inestabilidad política que caracterizó el siglo 19 en España. Inevitablemente los vaivenes de la política española se reflejaban en Puerto Rico. El cambia y cambia de gobernadores, alcaldes y funcionarios era la orden del día. Por eso, Salinas tuvo cuatro alcaldes en el año de 1868.

AlcaldePeriodoDías
José Muñoz22 enero-20 febrero 186830
Cmdt. Eugenio Semiague8 marzo-29 septiembre 1868206
Cap. Rodulfo Guerrero5-12 octubre 18688
Francisco Garcia23 octubre 1868-23 enero 186993

Ese año, durante los gobiernos de la Revolución gloriosa que destronó a la reina Isabel II y el llamado sexenio liberal de 1868-1874 en España, fue nombrado gobernador de Puerto Rico el teniente general José Laureano Sanz y Posse de ideas conservadoras. Este prepotente militar restringió los derechos políticos, eliminó derechos individuales y se dedicó a reprimir a los autonomistas e independentistas puertorriqueños.

Sanz tomó posesión de su cargo como gobernador el 30 de diciembre de 1868 y ejerció el mismo hasta el 21 de mayo de 1870.  Posteriormente fue nombrado gobernador de Puerto Rico por segunda ocasión durante los años de 1874-1875.

El 23 de octubre de 1868, el anterior gobernador español Julián Juan Pavía Lacy había designado a Francisco Garcia como alcalde en propiedad de Salinas, Garcia había sido alcalde de Juncos entre 1865-1866.

El alcalde que le precedió, el capitán de infantería Rodulfo Guerrero, ocupó el cargo únicamente durante ocho días puesto que fue enviado a Lares tras el levantamiento independentista ocurrido en aquel municipio. Como alcalde interino quedo el vocal de la Junta Municipal Bruno Ortiz hasta que llegó el nuevo alcalde Francisco García.

La primera reunión que presidio Francisco García con la Junta Municipal se realizó el 6 de noviembre de 1868. Sus miembros eran los vocales Fidel María Cadavedo, Luis Caballero, Bruno Ortiz y Fausto Colón. El síndico procurador era Manuel Nizza y el secretario Luis Dapena. Todos conservadores y fieles a los intereses de las familias pudientes que controlaban la economía y la política en Salinas.

Durante los días que siguieron Francisco Garcia atendió todos los asuntos con conocimiento y premura ganándose el favor de los miembros de la junta y personalidades del vecindario.

Dos semanas después de llegar a Puerto Rico, el gobernador Sanz separó del cargo de alcalde a Francisco Garcia sustituyéndolo por Gerónimo Gómez Sotomayor, de quien se dijo era residente del vecindario.

 De esa decisión la junta municipal se enteró en la sesión del 23 de enero de 1869. Conocida la determinación del gobernador Sanz, los miembros de la junta, presidida interinamente por el vocal Fidel María Cadavedo acordaron favorecer la reposición del alcalde Francisco Garcia merecida por su esfuerzo dirigido a lograr la prosperidad del municipio. El cura Francisco Cintrón se ofreció voluntariamente a presentar copia del acuerdo y suplicar personalmente al gobernador la reposición del alcalde Garcia ya fuera en Salinas o en cualquier otro municipio.

De ese sorpresivo pedido se enteraron todos los municipios del país, lo cual lastimó el orgullo militar de Sanz juzgando que se vulneraba la autoridad del gobernador, en especial, ante las prevalecientes tendencias independentista de Cuba y Puerto Rico.

Aunque era inusual que un gobernador reaccionara personalmente ante un asunto municipal limitandose a las formalidades, este caso ocupó la atención personal de José Laureano Sanz. En un oficio del 2 de febrero de 1869 dirigido a la Junta Municipal de Salinas desató toda su ira contra el pedido de la junta a favor de la reposición del alcalde Garcia.  Sus palabras según transcritas en el acta municipal del 8 de febrero de 1869 fueron las siguientes:

“con grande extrañeza he visto el acta qué esa Junta Municipal se ha permitido dirigirme en 23 de enero último, faltando de una manera inconveniente, a lo expresamente prevenido en circular de este gobierno de 2 de diciembre de 1856 y contrariando el artículo 49 del directorio vigente. Cuando este gobierno ha considerado necesaria la separación de don Francisco García del cargo de alcalde de ese pueblo, claro es que lo ha hecho dentro de los estrictos principios de justicia y de conveniencia pública que nadie, y menos a esa Junta Municipal, le es dado poner en duda; y si fundado en los antecedentes que obran en el expediente de García, he decretado su separación por exigirlo así la moral y conveniencia pública, no ha podido ni debido nunca esa municipalidad, propasarse hasta el extremo de pedir su reposición, incurriendo en una grave responsabilidad de falta de respeto a mi autoridad, que por primera vez me limito a corregir con la multa de 40 escudos al presidente interino y veinte a los demás vocales que firmaron el acta y la publicaron en el boletín sin consentimiento de este gobierno. Decidido como me hallo hacer que se cumplan y guarden los reglamentos y respeten por todos, sin condición de clase ni personas, las disposiciones emanadas de la autoridad, será está la primera y última vez que daré explicaciones sobre este particular; y no espero qué esa Junta Municipal incurra de nuevo en semejante falta, convencida como debe de estarlo, de que las órdenes del gobierno deben ser acatadas y cumplidas sin réplica ni vacilación de ninguna especie”.

Las palabras del temido José Laureano Sanz pusieron a temblar a todos los miembros de la Junta Municipal de Salinas, mientras que el cura Francisco Cintrón no dio cara en la sesión del 8 de febrero. Los funcionarios multados acudieron prestos ese mismo día a pagar la multa impuesta.  Todos ellos, ante al nuevo alcalde Gerónimo Gómez Sotomayor juraron el acatamiento y obediencia a toda autoridad superior en especial a la del gobernador como representante de la nación española.

Igualmente reiteraron la profunda lealtad y respeto con que siempre han cumplido con todas las disposiciones superiores asegurando no haber sido su intención faltar en lo más mínimo a lo dispuesto por el gobernador.

Al parecer, la reprimenda de Sanz a la Junta Municipal de Salinas sirvió de escarmiento para otros.

Fuentes:

©© Sergio A. Rodríguez Sosa