Cada día compruebo la satisfacción que actualmente siento en mi etapa de “completamente retirado”. Tengo el poder de disponer del tiempo sin restricción alguna. En palabras comunes hago lo que me da la gana cuando quiero. Hago cosas que para llevarlas a cabo antes dependía de si contaba con el tiempo necesario sin que los compromisos me obligaran a dejarlas para luego.
En este momento dedico tiempo a revisar las cosas que he coleccionado a través de los años. Rebusco papeles que tienen 20 años o más hasta y objetos de diversos tipos acumulados con el pasar del tiempo. Emprendí esta faena después de las inundaciones provocadas por el huracán Fiona en septiembre de este año. Son los objetos a los que las aguas del río Niguas les pasó por encima. Luego de la inundación no había tenido tiempo para limpiarlas y ver cuáles quedaron inservibles o pueden ser restaurados.
Mientras realizaba esa tarea encontré entre los cachivaches una máquina VCR que compré allá para los años de 1970. La adquirí para grabar cuánto evento consideraba de interés. Logre grabar eventos como las desaparecidas paradas del 25 de julio conmemorando la constitución del llamado estado libre asociado. Entre ellas, la grabación de la parada que coincidió con el acontecimiento del Cerro Maravillas, donde se proclamó héroes a los policías que impidieron un supuesto acto terrorista. Luego con esa máquina logré grabar las vistas del Cerro Maravilla, en las que se descubrió la verdad de lo sucedido ese día.
Además, tengo grabados otros eventos de importancia, como también actividades sociales y familiares, las cuales aún conservo. Un desafortunado detalle es que una buena parte de ellas fueron guardadas sin identificarlas. Ahora, las cintas sin identificar requieren un monumental trabajo para determinar qué es lo que hay grabado en ellas. Pienso dedicar parte de mi tiempo libre a identificarlas. Eso con la esperanza de que las mismas se conserven en buen estado porque algunas de las que he examinado estas atacadas por el hongo que creo no tienen salvación y tendré que disponer de ellas.
Pero esta larga introducción viene a consecuencia de que la primera cinta sin identificar que he logrado ver fue una gran sorpresa. En ella está grabado el Juego de Estrellas de las grandes ligas del año 1991.
La importancia que atribuyo el haber grabado ese evento está en que participaron como abridores del juego de estrellas de ese año nuestros vecinos Robertito y Santitos Alomar. El juego marcó un acontecimiento extraordinario: la participación de dos hermanos en un juego de estrellas de las grandes ligas.[1] El hecho era que desde 1968 dos hermanos no jugaban en un mismo juego de estrellas, cuando lo hicieron Mateo y Felipe Alou. Fue noticia de primera plana deportiva ese logro de mis jóvenes vecinos en 1991. Fue causa de mucha alegría ver también en ese juego la participación de otros boricuas, entre ellos Bobby Bonilla, Benito Santiago, Iván Calderón, y Rubén Sierra.
Por supuesto, seguiré buscando en mis archivos de cintas grabadas, unas 300 o más, para descubrir cuántos tesoros tengo guardados. Seguramente, al verlas, iré recuperando años de vida en mi memoria.
©©Roberto Quiñonez Rivera
[1] Los Alomar tienen la marca de mayor cantidad de Juegos de Estrella compartidos entre hermanos con seis y también son los únicos en ser MVP: Roberto los fue en 1998 y Sandy en 1997.