La tía Juanita era muy vieja y muy negra, pero sobre todo mujer, madre y amiga.

Cuando la conocí, ella estaba ya en sus sesenta años, era viuda, tenía tres hijos, y yo era una niña.  Su esposo murió como consecuencia de las arduas luchas de la Central Azucarera de Aguirre y su hijo mayor tuvo que ir a pelear una guerra ajena. Tenía el mismo nombre que su padre: Pablo. Le decíamos Paíto de cariño.

Tía Juanita emigró a Nueva York cuando su hijo, al salir del ejército, fue en busca de mejores condiciones de vida para sus seres queridos.  Paíto, con el poco inglés que aprendió, comenzó a trabajar y poco a poco llevó a su familia a vivir con él.  Mi tía Juanita hizo lo mismo: ayudar al aguirreño emigrante.  

La tía Juanita y sus hijas: La Nena y la Nenita se dedicaron a ser puente para aquellos que quisieron “cruzar el charco.”  Allí en el Sur del Bronx de Nueva York “montaron su “kiosko:”una pequeña Montesoria, donde hasta un “club social” tenían: “El Aguirreño” el que luego pasó a llamarse el ACSF (siglas para Aguirre, Coquí y San Felipe), porque al río de emigrantes, se unieron estos barrios. 

Muchos recién llegados fueron a vivir a su casa mientras conseguían empleo y vivienda. Quizás todos los residentes de Montesoria tengan algún antepasado a quien doña Juanita ayudó a dar sus primeros pasos como emigrantes.  Algunos no regresaron a la Isla del Encanto. Otros regresaron ya jubilados.

Tía Juanita era de apellido González, lo que supe hace unos años estudiando la genealogía de mi familia.  Esto significa que fue hija ilegítima de un hacendado. Siempre usó el apellido de su marido: Benítez.  Sus razones tendría y las entiendo.

A la tía Juanita le celebraron sus 100 años con reconocimientos de los líderes políticos del Sur del Bronx de aquella época y su foto quedó archivada en el recuerdo al reseñarse su centenario en el Periódico El Diario/La Prensa de Nueva York.

Más yo le recuerdo como una mujer que no dejó que sus circunstancias la abatieran.  Luchó por los suyos: familiares, amigos y vecinos.  Una mujer de más de sesenta años a la que ser mujer, el color de su piel y la ilegitimidad no la amilanaron

¡Gracias por tu legado tía Juanita! 

©©María del Carmen Guzmán Rodríguez 

Ilustración: Mujer afrocaribeña de Marta Araya