Guango construyó una choza sobre unos zocos con sus manos desnudas.

La corriente del río Abey le rozaba sus puertas y el agua les lamía los pies como chopas de plata a sus hijos.

Su mediagua no era un refugio de verano, era su morada y los niños chapoteaban como anguilas en la orilla.

La gente desde el malecón miraba el gran espectáculo, asegurando que se estaban ahogando en su miseria. Se resbalaban al fondo buscando las puertas de la alcaldía en las aguas achocolatadas o tal vez el litoral del campanario del pueblo.

Cuando bajó un segundo golpe de agua, la casucha se hizo bote y llegó a radio WHOY, en donde flotaban las noticias del nuevo proyecto del alcalde: “La evacuación del barrio Borinquen”.

©Edwin Ferrer 1/12/2009