barack-obama-3El triunfo de un afroestadounidense de primera generación por línea paterna no deja de ser un acontecimiento singular y además esperanzador.  Durante la primaria demócrata se pensaba que un varon negro tendría mayor probabilidad de alcanzar la nominación del Partido que una mujer blanca.  Los prejuicios sexistas resultaron tener más peso en los electores democratas, mayormente entre los varones. La opinión generalizada es que hubo en las esferas de poder una  resistencia solapada a que una mujer encabezara la papeleta demócrata. Lo singular de esta contienda electoral es que la desastrosa administración de George Bush provocó que se aglutinaran tras el apoyo de Barack Obama personas de todos los sectores imaginables de los Estados Unidos .  La negritud afortunadamente se borro de la mente de la mayoria de los electores y tuvo mayor peso, a la hora de decidir, la gran desilusión de los estadounidenses con su gobierno.

Sin embargo, la esperanza del mundo choca con grandes poderes hegemónicos.  Ciertamente que hay dudas si el nuevo Presidente podrá zafarse de las fuerzas poderosas que han determinado las políticas y comportamiento del gobierno federal de los Estados Unidos. Sabido es que las agencias de seguridad, léase la CIA y el FBI le envenenan la mente a todos los recién llegados a la Casa Blanca matando toda posibilidad de que esa nación vea al mundo desde otras perspectivas.  Conocida son las enormes presiones que ejercen los dueños del aparato industrial militar para evitar que los grandes recursos invertidos en la carrera armamentista sean destinados a otros propósitos de desarrollo económico y social.   Incluso la misma crisis financiera se vislumbra como un pecado de los ricos que tendrán que purgar los pobres, a menos que el nuevo gobierno tome medidas al respecto.  El retiro de las tropas de Irak, que tanto desea el pueblo estadounidense, se pospone respondiendo a intereses económicos empresariales dejando de lado la sensatez que impone la bochornosa matanza de miles de inocentes. Y qué decir de la inmoral política inmigratoria; la que levanta muro tan denigrante como el Muro de Berlín, al que tanto condenaba los Estados Unidos durante la guerra fría por violentar preciados derechos humanos. ¿Cuanto podrá el nuevo Presidente proyectar unos Estados Unidos sensible a los derechos de los demás pueblo del mundo? ¿Cuanto podrá propulsar una nación verdaderamente comprometida con la paz y despojada de fundamentalismo mesiánico?

La esperanzadora emoción que provoca la llegada de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos simplemente comenzaría a concretizarse con un abrazo de su gobierno al Planeta, porque adoptar una actitud de respeto al ambiente, forzosamente promovería una convivencia mundial más armoniosa.

por Sergio A. Rodríguez Sosa