boxeo2Cuando sonó la campana empezó a lanzar golpes hasta que el cansancio le derrumbó los brazos. Luego regresó a la butaca. Se colocó la mascarilla de oxígeno, cerró los ojos y se quedó dormido.

— Eso le pasa por no entrenar —comentó alguien.

— Y por mujeriego —dijo una anciana camino a la cocina.

 

 

© Josué Santiago de la Cruz, 2009