Uno se encuentra en tierras lejanas, ya sea de vacaciones, viviendo por largo o corto tiempo y lo cautiva y maravilla la novedad que se presenta ante los sentidos.

Puedo decir que me encanta estar donde me encuentro (Argentina) y le doy gracias a Dios por esta experiencia que estoy saboreando. Esta ajena patria, me ha enamorado con sus encantos, con su ambiente melancólico, pero a su vez romántico y poético, con su rica cultura, con su música y hasta con su peculiar acento.

Acepto también, que cuando más cerca está el momento de partir, me atrapa la tristeza por el hecho de alejarme de ella, pero hay una realidad: existe un pedazo de este mundo que me espera y al que nunca arranco de mi corazón, ni de mis pensamientos. Ese pedazo de tierra, monte, llano y mar es mi pueblo Salinas. Ahí es donde están todos mis amores y además de eso, mi vida; que tal vez es corta, pero la única que tengo y es mi historia, el oxígeno que me hace ser.

Así que no importa dónde me encuentre, siempre me sentiré orgullosa de donde vengo y siempre tendré a mi pueblo y a mi gente presentes en mi vida. ¡Qué viva la sangre pueblerina, gentil, alegre, talentosa y rumbera de mi Salinas!

©Judymar Colón, 17 de mayo de 2011