Qué jodienda!

Por muchos años Piculín Ortíz era, a mi entender, de lo más grande que había dado el baloncesto de Puerto Rico. ¡Cuánto lo he admirado!

¡Qué modelo para nuestra juventud!, pensaba yo.
 
Pero hoy ha sido su día. Cayó miserablemente con una siembra de 215 matas de marihuana, matas más grandes que un sembrado de yucas. Y armas de fuego.
Repito: ¡Qué jodienda!
 
¿Qué pasa con la mente de estas personas? ¿Qué necesidad podía tener este ídolo nacional como para envolverse en el mundo del narcotráfico, para involucrarse en el mundo del crimen?
 
El “ay bendito” tiene que acabar y es ya. Ya. Porque ya nada de esto me da lástima. Lo que me da es rabia. Repito: ¡…güen… la óspera! ¡Pa’l infierno con la pena y el ay bendito!

José M. Solá