Si al pasar tu hermosura por el verde campo

Mil aves del cielo cantan tu esplendor

No te asustes, niña, que también las aves

Tienen el derecho de saber de amor.

Dichosa y admiro la hierba que pisas

Porque yo aseguro que vuelve a nacer

Y nace más bella y suelta una risa

Y dice: ¡Dios mío, qué hermosa ella es!

Y yo siento celos del viento atrevido

Que besa tu cuerpo y tu boca también.

El puede besarte, tú no dices nada,

¿Qué puedes decir, no le puedes ver?

Ave, yerba y viento, ¡Cuán dicha tener!

© José Alberto Santiago

susurro

Ilustración: “Susurro de un vuelo de aves en el horizonte de la esperanza” de Cecilia Zamudio