Presentación
En torno a la condición política de Puerto Rico se creó en 1952 un paradigma en la discusión del estatus político cuyos basamentos se han cuestionado desde entonces. Los conceptos de Unión Permanente y Autodeterminación son dos de los elementos, entre otros, utilizados para sostener y cuestionar los fundamentos jurídicos de la actual relación política entre Estados Unidos y Puerto Rico.
Sabido es que la justificación de la condición colonial de Puerto Rico a lo largo de seis décadas es la ficción política mejor orquestada en toda nuestra historia. El mito, gestado por Washington y San Juan fue avalado en Estados Unidos y en Puerto Rico mientras sirvió los intereses de ambas partes. A la altura del Siglo 21 el mito ha comenzado a desmoronarse, pero de tanta devoción prodigada, la doctrina echó raíces con serias consecuencias para ambos pueblos. Pocos se creyeron el mito, la mayoría lo endosaron en aras de disfrutar los beneficios. Ahora los dioses de barro se desmoronan por su propio peso, bloqueando las salidas que llevan a la realidad o la sustitución de un mito por otro.
Dos cortos ensayos del Licdo. Dante A. Rodríguez, presentados a continuación, sirven para generar una discusión que comienza a adquirir protagonismo real en la vida del Pueblo puertorriqueño.
SRS
Cuando hablamos del derecho a la autodeterminación queda implícito que los que abogan por ese derecho no reconocen que lo ejercieron en un principio.
Aunque, en teoría, se puede arguir que los puertorriqueños, como consecuencia de la Ley 600 de 1950, ejercieron ese derecho, cuando hablamos de libre-determinación, que es la manera más amplia de abordar el fenómeno, nos encontramos con que, hasta el día de hoy, y muy a pesar del ELA y su Constitución, los puertorriqueños aún no hemos ejercido el referido derecho.
“A manera de un convenio”, dice la pieza legislativa (Ley 600) que propuso (uso aquí el verbo proponer cuando debí de usar el otro, porque la complejidad del tema que abordamos requiere un cierto grado de mesura en el uso de la lengua, muy a pesar de lo que pide el espíritu y la vivencia) la creación del ELA y su Constitución y la llamada Unión Permanente con los Estados Unidos.
El término “convenio” es importante para entender la naturaleza de nuestra relación con los Estados Unidos porque, a nivel internacional, los convenios los realizan naciones con pleno uso de sus facultades soberanas y libres de presiones, como dijimos más arriba, externas y/o internas.
Esa interpretación, “a manera de un convenio” no tuvo lugar al momento de aplicar en la Isla las disposiciones de la Ley 600, por cuanto esa Orden legislativa nos llegó de Washington con claras e inobjetables, infranqueables y precisas indicaciones de que los puertorriqueños tendríamos que crear un gobierno republicano en Unión Permanente con ellos y que la Constitución que lo legitimase fuera compatible con la de ellos
La libre-determinación implica, de manera categórica, que ambas partes, libres de toda presión externa y/o interna, lleguen a unos acuerdos, forjen unas alianzas, establezcan unos convenios que, de ninguna manera habrán de ser de carácter permanente por las serias implicaciones que ello implicaría para las partes.
Sabemos que Puerto Rico tuvo muy poco que decir y mucho que aceptar e intentar legitimar en 1950 y 1952.
Nos dice Dante, con mucho acierto, que “el pueblo puertorriqueño participa de una dimensión de la autodeterminación que se origina en el proceso legislativo estadounidense de 1950 y que desembocó en la ley que estableció la Constitución de 1952”. Pero el otro rostro de ese espectro nos cuenta una historia que invalida aquel simulacro de soberanía por el hecho inexpugnable de que aquella legislación federal no nos llegó para ser sometida a escrutinio, como debió ser el caso, sino con la única opción de aceptarla SIN modificarla.
De esa manera no se establecen convenios. Así no se crean alianzas. Esa no es la forma aceptada y aceptable en el derecho internacional para que una nación ejercite su derecho a la libre-determinación.
Las condiciones históricas y las Naciones Unidas de 1950 y 1952 no son las mismas de los últimos años. Ayer los Estados Unidos y los componentes ideológicos de las naciones representadas en la ONU escribían a gusto y gana las decisiones que en aquel organismo se tomaban. Pero ahora es otro momento. Otra realidad universal y hoy, más que ayer, se hace necesario que Puerto rico exija su derecho a la única y verdadera libre-determinación que podría llevarnos a una más saludable unión con el gobierno federal. Pero basada SIEMPRE en el reconocimiento ABSOLUTO de nuestra soberanía.
Te exhorto, amigo Dante, a que nos deleites con la sabia de tus conocimientos y te unas a nosotros en nuestro empeño por darle contenido, carácter y profundidad a la literatura Salinense.
Con el cariño de siempre.
Josué