Por José Manuel Solá

En estos días, ante las cosas de la política de nuestra ínsula, no he podido evitar recordar el trabajo del tunecino Albert Memmi, Retrato del colonizado. Y me pregunto, ¿nos conoció Albert Memmi? ¿Alguien le habló de nosotros, los puertorriqueños? ¿O era un vidente?

Lo que mayor curiosidad me provoca es ver cómo un sector del independentismo avala la estadidad como una fórmula descolonizadora. Esto no está cuestionado: somos una colonia de los Estados Unidos. Ahora, de ahí a que se vea la estadidad como la tierra prometida de la descolonización y que ello sea aceptado como una verdad por los herederos históricos del pensamiento y la lucha de Betances, Hostos, Ruiz Belvis, Pedro Albizu Campos, Gilberto Concepción de Gracia, Juan Antonio Corretjer, Blanca Canales… y tantos y tantos más, no cesa de dejarme perplejo…

Aquí se está cociendo una mogolla. Lo inaudito es que muchos de los mismos asimilistas utilizan descaradamente ese discurso: “para acabar con la colonia hay que pedir la estadidá… sí señor”. Como si la “estadidá” no comprendiese la más degradante forma de coloniaje. Como si la dichosa “estadidá  no fuese la desnaturalización más terrible de toda una nación, la más abyecta forma de degradación del ser humano. ¡Habrase visto!

Si pudiera, compraría una edición completa de Retrato del colonizado y la repartiría gratis casa por casa. Aunque no lo lean. (El colonizado sólo lee El Vocero, la revista Time, el Reader’s Digest y de vez en cuando Playboy) Pero, por los huesos de mi madre, que lo haría. A ver si por un minuto de lucidez ven su retrato.

Pero, bueno, sólo estoy pensando en voz alta. Al fin y al cabo, hoy se celebra el “Presidents Day”.

 

José Manuel Solá