A mi Amiga: Maritza Ledée Rivera

Pasadas las siete hnocheoras de una noche que no se distinguía mucho de las otras, caminaba con mi perrito por la acera de mi vecindario, dándole rienda suelta a mi pensamiento. Los árboles que saludo a diario, no movían sus ramas. Todo estaba en calma, excepto mi pensamiento, que rabioso con los recuerdos, libraba una batalla que auguraba derrota. El ambiente, interno y externo, tímido al cambio, era un reto a mi pensar absorto en una sola convicción, y en el pretexto de que todo pasado fue mejor. Pero en la batalla hubo un armisticio, y en ese tiempo, una reflexión que superó el pretexto y arrojó luz al pensamiento y a la verdad. La noche de ayer, tal vez, repetida, con los mismos matices y el mismo letargo, aun así, no podría ser negada como nueva y presente, era otro día. Entonces, el pasado, los ayeres, por más parecidos y similares, ya no tenían el poder en otro día.  Me detuve a pensar en hoy y en como sería el mañana…

Hoy vivo y existo para un futuro de esperanzas y sueños realizables. Para hacer del triunfo en mi batalla, un mejor porvenir y un camino de posibilidades para obtener, más que un cambio, una transformación y una vida plena. Estoy convencida de que en nuestras vidas, hay que, como dijo mi Amiga: “saber valorar los instantes y la grandeza que existe en nosotros”. Una Luna nueva adornó mi cielo. Esta vez, sentí en mi interior una voz diciéndome: ίATREVETE!

© Maribel Rivera Rivera, jueves 25 de junio de 2009