por Mildred Santiago Ortiz 

Desde principios de la década del 80 y por casi 18 años trabajamos juntos en la Federación de Maestros. Compartimos, triunfos, derrotas, decepciones, traiciones, alegrías, pero más que todo jornadas intensas de trabajo. Era y siempre fue muy responsable y trabajador. Estratega, fajón y entregado a sus principios.

Tuvimos muchas diferencias, coincidencias y escaramuzas, de todo eso aprendí tremendas lecciones. Recuerdo cuando ganó la presidencia y sacó a sus “dos mejores organizadoras” Nereida Martes (DEP) y yo. Quería establecer dos áreas de trabajo organización y servicios al federado. Yo quería organización, pero me dijo que no, que era para Nereida. Esa es la historia del surgimiento de Departamento de Asuntos Laborales y servicios, ahí me tocó y fue mi escuela para crecer y de formación sindical. Cuánto trabajamos, levantamos todo un departamento con datos estadísticos de casos y recorrimos la isla defendiendo al magisterio. Esas dos áreas fueron la antesala al triunfo de la organización en aquellas famosas elecciones sindicales con la Asociación de Maestros. Poco antes de eso estuvimos unidos en una huelga y recorrimos la isla fue una experiencia única trabajar con él y Don Eugenio Del Valle (DEP). Son muchos gratos recuerdos, algunos al menos los veo así, ahora, cuando los miramos desde la distancia.

Donde más se creció fue en el respeto a la capacidad de la mujer trabajadora. Tengo muchas historias de cuando parí, jefa de familia y convertí con su anuencia mi oficina en una extensión de mi casa con corral y todo, el congelador del sindicato era mi banco de leche materna. En la huelga en contra de la venta de La Telefónica la solidaridad no se hizo esperar. Aquel día de un gran paro nacional: paramos el Departamento de Educación y llegó la fuerza de choque. Hubo mucha tensión. Los predios se dividieron en tres áreas y de momento me percató que las tres era dirigidas por mujeres, jefas de familia y madres: Milagros Sabalier, María Cardona y yo.

Son muchas las historias que debemos recordar, desde ya convocó a mis hermanos y hermanas a un junte, no sé cuándo podrá ser, pero nos merecemos recuperar esas historias que enaltecen el alma. Como lo hicimos hace unos meses y no pudo llegar por su salud y le grabamos un video que sé por su hijo, RenancIto, que lo colmó de alegría.

Siempre me decía que dejara el cooperativismo porque estuve en ambos movimientos. Nunca le hice caso y cuando la vida me llevó por ese otro rumbo mantuvimos comunicación.

Guardaré su libro dedicado como un tesoro. Siempre orgulloso del Barrio Jauja de Juana Diaz y de Santa Isabel, amante del béisbol, de Felipe Rodríguez y de la música de tríos. La vida lo llevó a mi ciudad de Caguas y allí crio a su familia en Bairoa, en la misma casa donde la difamación nunca cruzó las paredes porque siempre se respiró, amor, familia y honestidad.

Hasta siempre querido amigo, acá seguiremos honrando tu memoria haciendo siempre lo que se tenga que hacer contra la injusticia y por un mejor entorno.

Pd- no eran tiempos de selfie, ni fotos con celular, pero aquí recuerdos: entregando un informe de labor realizada y en una actividad que hasta el coche me cargabas.