Para conocer realmente la importancia del trabajo realizado por Félix M. Rodríguez Agosto como boticario debemos tener un poco de conocimiento de que es realmente un boticario y la historia de esta profesión. Desde el momento del descubrimiento y colonización de nuestra isla, la ocupación del boticario vino procedente desde España como parte de la práctica de dotar a cada nuevo pueblo que se fundara en América, de un hospital, médicos, cirujanos y boticarios.
De estos profesionales, el boticario, que llegó a nuestra isla fue quien tuvo la importante tarea de establecer la primera botica de América en Caparra. De hecho, a este tipo de empresa se le conocía como botica y no es hasta mediados del siglo 19 que, dados los adelantos de la disciplina, se vienen a conocer con el nombre de farmacia y al boticario como farmacéutico.
El boticario, era una persona preparada que además de saber leer y escribir español también dominaba el latín. Además, el boticario poseía conocimiento de las propiedades medicinales de varios cientos de plantas, animales, y minerales. Este personaje también era conocedor de asuntos políticos internacionales por lo que era el centro de atención en su negocio que vendría a ser el centro de discusión sociopolítica de la comunidad.
Curiosamente debemos tener en mente que este profesional español no vino a inventar la rueda pues en nuestra isla existía en la cultura indígena el personaje conocido como “bohíque” que, con conocimientos ancestrales se desempeñaba como médico-farmacéutico. Este daba masajes, baños medicinales, fumigaciones de tabaco, ayuno y purgas e invocaba a las deidades indígenas rogando por salud.
En cuanto a las boticas establecidas todas tenían su propio Jardín Botánico en donde el boticario tenía sembradas distintas clases de plantas conocidas como medicinales con las que se preparaban las recetas solicitadas por los clientes en busca de remedios “más bien espirituales”.
A mediados del siglo 19 la importancia del trabajo del boticario evolucionaba científicamente al punto que eventualmente se abrió un colegio dedicado a la formación de farmacéuticos llegando a ser esta la primera profesión de la salud con formación académica en nuestra isla.

Pero vamos a nuestro Salinas, donde recordamos con mucho cariño y respeto a un joven, natural del pueblo de Las Piedras, cuyo nacimiento ocurre en el mismo pueblo frente a la escuela intermedia. Según la partida de nacimiento Félix Manuel Rodríguez Agosto nació el 26 de junio de 1909, hijo de Valentín Rodríguez Quintana y Felicita Agosto. Por la vía materna era primo de Miguel Hernández Agosto.
Desconocemos que circunstancias rodearon la vida de sus padres, pero sí de que una buena maestra llamada Carmen Benítez lo cría y se hace responsable de hacerlo hombre de bien. Maestra que por sus ejecutorias en pro de la educación en Las Piedras es reconocida designando la escuela donde laboró como Escuela Intermedia Carmen Benítez. Se sabe que se graduó de octavo grado pero que las circunstancias evitaron que continuara estudiando, tronchando sus aspiraciones de estudiar farmacia.
Félix Manuel llegó a Salinas, siguiendo una oferta del licenciado Casimiro Márquez Recurt, el cual tenía empleado al joven Félix en su negocio en Las Piedras y lo convence de buscar nuevo horizonte en la farmacia que establecería en Salinas. De esa manera llega a trabajar en la Farmacia Márquez, localizada en la calle Luis Muñoz Rivera, como asistente práctico de farmacia.
Luego de laborar por varios años con la Farmacia Márquez, el Lcdo. Pedro Lugo, dueño de la Farmacia Lugo de Salinas, logra contratarlo y dada su vasta experiencia como asistente práctico de farmacia es reconocido como el boticario Félix Rodríguez. Félix se gana la confianza de todo el pueblo de Salinas y su servicio a la comunidad fue uno de excelencia. Aquí no sólo era un boticario que trabajaba las recetas de los clientes de los centros espiritistas y médiums, también los años de experiencias lo habían preparado para también preparar medicinas y despachar recetas cuando el Lcdo. Pedro Lugo no estaba presente. Félix, además de trabajar los medicamentos relacionados con las plantas, ponía inyecciones y recetaba hasta espejuelos. En estos menesteres tuvieron como ayudante a otra personalidad de nuestro pueblo al reverendo Fernando Rosario.
En su trabajo Félix no escatimaba en brindar sus servicios a la comunidad a cualquier hora de la madrugaba. Cuando alguien necesitaba obtener algún medicamento, se levantaba a la hora que fuera, y caminaba hasta la farmacia para preparar la receta solicitada por sus clientes.
Ya establecido en nuestro pueblo, conoce a una respetable dama llamada María Vázquez Chupani, con la cual forma matrimonio. Establecen residencia en el sector Talas Viejas, en la calle Virtud de Salinas. Aquí levantan una apreciada familia compuesta por sus hijos Félix, Edgardo, licenciado en farmacia, Astolfo, oficinista en la Central Aguirre, ambos ya fenecidos, Gisella, maestra de escuela elemental, y Fernando a quien todos conocemos como Nandy quien trabajó en la Administración de Vivienda Pública en el área de Guayama. Todos ellos personas muy respetadas en la comunidad.

En cuanto al carácter de Félix el mismo era siempre amable, afable y con una sonrisa a flor de labios. Personalmente le conocí y nunca lo vi demostrar coraje con ningún cliente y sí podemos recordarlo por sus muchos refranes que lo acompañaban en sus conversaciones. Recuerdo entre ellos aquel que cuando le preguntaban de cómo se encontraba te decía ” picando piedras y moliendo arena”, otro de sus famosos refranes era ” el llorar no salva, el que salva es Jesús, si hay valor y fe”. Tenía otro refrán muy curioso que cuando se le preguntaba cómo sentía te contestaba ” en lo que me compongo “.
Era un gran fanático del equipo de beisbol de Caguas y asistía semanalmente al parque Solá Morales acompañado de su hijo menor Nandy. También en sus momentos de esparcimiento le gustaba cantar los tangos de Gardel. Sus compinches en sus momentos “Gardelista” eran Cheche Ortiz y Chago el Colorao, otros dos personajes pueblerinos de Salinas. En este junte con Chago y Cheche ocurría una situación muy curiosa, Félix era un buen cantante, pero no sabía tocar la guitarra, pero era quien bregaba con su afinación, pues era un experto afinándola.
Tenemos conocimiento de muchísimas anécdotas relacionadas con Félix que se necesitaría mucho espacio para contarlas, pero para terminar esta etapa les traigo un recuerdo que aún retienen sus hijos Nandy y Gisela, únicos aún en esta dimensión. Está relacionado con su hermano Astolfo, conocido con mucho cariño como Ofi. Cuando Félix trabajaba en la Farmacia Márquez, en esta, además de farmacia, se vendía gasolina desde una bomba que había frente al establecimiento. Ofi, prácticamente un niño, era el encargado de despachar gasolina. Pero tenía otra tarea muy particular en la farmacia, la de ayudar al licenciado Márquez a fumarse un cigarrillo. Ofi prendía el cigarrillo y se lo sostenía en la boca debido a que el licenciado era parapléjico.
En 1967, El Club Salinas Inc., una prestigiosa entidad de nuestro pueblo, proclama a Félix como “Ciudadano del Año” durante la celebración del sexto aniversario de su fundación. Ese año aún trabajaba en la Farmacia Lugo, donde todo el que llegaba recibía su habitual saludo: ¡Hola Ilustre!

Félix Manuel Rodríguez Agosto, fue indiscutiblemente un personaje que caló hondo en nuestro pueblo. Por eso, es importante recordar su gesta de vida y presentarlo a las nuevas generaciones de salinense valorando su vocación de servicio a sus contemporáneos de la comarca del Cacique Abey.
© Roberto Quiñones Rivera
Cada historia que leo en esta pagina me encanta.Que bueno es recordar y aprender de nuestro hermoso pueblo.Muchas gracias