Hay momentos en que darías cualquier cosa por encontrarte en tu lugar de origen. De repente te invade un sentimiento de nostalgia y añoras trasladarte al pasado. Tu mente no puede evitar los recuerdos ni contener el deseo de regresar al hogar ancestral. Los rostros, el pueblo, el barrio, los sonidos, olores y paisaje son voces e imágenes que saturan la mente colmada de alegrías, tristezas, suertes y desventuras. 

Los expertos dicen que buscamos la manera de regresar a casa para equilibrar el presente con el pasado, especialmente en los tramos finales de nuestra existencia. De alguna manera, el regreso al hogar infantil y juvenil es bálsamos para nuestras emociones y sentimientos.

Zaisa Ivette, hijas y nieta

Ese viaje al ayer desde el presente lo vivió, tras una larga ausencia de su pueblo natal, Zaida Ivette Ortiz Morelli, una salinense en los Estados Unidos.  Zaida vino acompañada de sus dos hijas, Marcie y Nicole y de su nieta Mischa.  Ella, a reencontrarse con su pasado, las hijas con la nieta, a conocer la patria de su madre.

Sus contemporáneos la recuerdan cuando se criaba en la calle Degetau de la Ciudad Perdida, cuando se paseaba por el balcón de la vieja casona de su abuelo don Pancho ubicada frente a la Plaza las Delicias y cuando era alumna de las escuela del casco urbano del pueblo. La recuerdan también los que coincidieron con ella como estudiantes de la Universidad de Puerto Rico y los que celaban que recibiera serenatas de Marco Antonio Muñiz.

Zaida Ivette Ortiz Morelli nació en Salinas el 29 de abril de 1939. Hija de Susana Morelli, natural de Salinas y de Isaac Ortiz, de Ponce. Su madre Susana nació en el 1906. Era hija natural Jacinta Morelli con Francisco Sécola Amadeo (1883-1974), descendiente de José Amadeo y Francisco Sécola, dos inmigrantes corsos que figuran como fundadores del municipio de Salinas. Jacinta murió a temprana edad por lo que Susana fue criada por su abuela Eugenia Morelli, doña Geña. Quien falleció en 1970.

Las leyes imbuidas de los prejuicios sociales y religiosos de entonces marcaban como ilegítimos a los hijos nacidos fuera del matrimonio. Susana nunca fue reconocida legalmente por su padre, pero en el interior de la familia Sécola-Amadeo se aceptaba tal paternidad. Se sabe que la madre de Francisco, Monserrate Amadeo Antomarchi, doña Canita, fue amorosa con su bisnieta Zaida Ivette desde que nació y se llenaba de alegría cuando le confirmaban el parecido de la niña con ella. Doña Canita falleció en 1950, cuando Zaida tenía onces años.

Zaida Ivette estudio sus grados primarios y secundarios en Salinas. Luego obtuvo el grado normal de pedagogía en la Universidad de Puerto Rico de Río Piedras. Una vez graduada comenzó a trabajar como maestra en la zona metropolitana. Al poco tiempo de haberse graduado de la Universidad respondió a una campaña de empleos federales siendo reclutada por el Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos para trabajar con casos de inmigrantes de habla española.

Eran los años en se implantó la nefasta política pública de detener el crecimiento poblacional mediante la emigración, la esterilización y el uso de anticonceptivo.  Miles de puertorriqueños se trasladaron a los Estados Unidos incentivados de diversas formas por aquella política gubernamental.

En los Estados Unidos, Zaida Ivette comenzó a trabajar en Washington D.C. y estableció su residencia en Maryland.  En 1967 contrae matrimonio en Arlington (VA) con Alan Paul Friedman, fallecido en 2020.  Ya entonces, apedillándose como Zaida Ivette Friedman, procrea dos hijas, Marcine y Nicole, quienes les han dado dos nietas.

Zaida Ivette, a sus 83 años, regreso a su pueblo natal.  El microcosmo personal ciertamente está trasformado. Lo pueblan los fantasmas de familiares, amigos y personajes que ya no están. El ineludible recorrido por el cementerio municipal es una sanadora mirada al pasado. Lo pueblan también los cuerpos materiales de los vivos reencontrados. La travesía por los lugares antes frecuentados despierta sentimientos ante lo permanente, los diferente y lo desaparecido. Ciertamente la nostalgia saciada establece el equilibrio mental entre lo dejado atrás un día y lo encontrado al volver.

©©SRS  

Fotos

Doña Canita, Bisabuela
Zaida Ivette Ortiz Morelli
Zaidad Ivette Ortiz Morelli
Zaida Ivette Otiz Morelli, 2022
Zaida Ivette con hijas y nieta
Cena con familiares y amigos