Cerca de las seis y media de la tarde, un viejito vestidito de blanco se preparaba a dar su paseo rutinario alrededor de la plaza Las Delicias. Al momento de subir el primer escalón de la acera, notó que un hombre tenía las manos extendidas y la boca abierta apuntando al cielo. Entonces alargó su bastón y lo hundió en sus costillas. Dándose cuenta que no respondía, alertó a otros viejitos que estaban sentados en la rotonda y pidió auxilio.
— ¡No responde. Un doctor por el favor de Dios!
Uno de ellos se levantó ante el llamado de auxilio:
— ¿Para dónde vas? Si nunca pasaste la reválida y de nada valió que tus padres te enviaran a estudiar medicina en España y acabaste en Santo Domingo.
—Por lo menos aprendí resucitación cardiopulmonar. De qué presumes si cuando eras alcalde te la pasabas jugando gallos en Sabana Llana, contestó alzando su voz.
—Shhhh cállate, me gustaban los caballos de paso fino, ese fue otro ex.
—Ya… ¿a quién le gustaba asar lechones y hacer fiestas?, ripostó el viejito.
— ¡Bueno ya, doctor atiende al paciente!, dijo el ex alcalde.
— ¡Dios mío! ¿No es este hombre el fiscal?, exclamó el doctor.
—Ayer precisamente me contó que fue al barrio Borinquen y frente a él, mataron a una mujer en un bar y para colmo la sangre salpicó sus zapatos.
—¿Fiscalizó?, preguntó el juez.
— No hombre, el presunto asesino era su compadre y se embriagó con él. Luego se fue a la plumita pública del río y lavó bien sus zapatos, balbuceó un ex policía.
— ¿Nadie dijo nada?
—No. Era buena gente…, replicó.
En esos momentos, al no poder hacer nada por el difunto, dos de ellos lo agarraron por las piernas y dos por los brazos y se dirigieron a la alcaldía. Terminando la reunión de la legislatura municipal se dirigieron hacia el alcalde y uno le dice al otro:
—Díselo.
—No. Díselo tú.
—¿Que diga qué?
—Tú sabes, aquello…
El honorable, saludó picaresco desde lejos y apresuradamente se montó en su carro. Entonces sigilosos llevaron el cadáver al cementerio, lo dejaron encima de una tumba y todos se fueron en silencio a dormir .
©Edwin Ferrer